Con el tiempo, transmitió sus conocimientos a sus 4 hijos varones… cada uno desarrolló una habilidad diferente. Y es en 1980, cuando Martín, uno de los hijos menores, apasionado y hábil de las diferentes técnicas de fabricación de joyería, deja su trabajo como contador de un importante hospital, para abrir junto con su esposa (quien también renuncia a su trabajo en unas oficinas de gobierno), su primer taller de joyería en un cuarto rentado de vecindad y con tan solo 1 empleado.

Él y el empleado se encargaban directamente de fabricar, mientras que Beatriz, su esposa, de la parte administrativa. 12 años después, gracias a la constancia y crecimiento de las operaciones, construyen lo que hoy es el taller.